Caminan a través de la selva. A sus espaldas cargan varios monos que acaban de capturar y de cuyas heridas aún mana la sangre. Cualquier corte abierto en la piel, en las manos de estos cazadores cameruneses, podría facilitar un intercambio de fluidos entre las dos especies. Ya ha sucedido otras veces. Una cepa de virus del primate podría saltar al cazador, extenderse al resto de habitantes de su aldea y de ahí a una gran población, quizá al resto del mundo. Ébola, VIH, SARS…, todas han llegado hasta nosotros por un proceso parecido.
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