Azotados por la cruzada y perseguidos por la Inquisición, muchos de los herejes cátaros que se habían extendido por el Mediodía de Francia optaron por dejar atrás sus hogares y exiliarse en otros territorios. Entre ellos los distintos reinos de la Península Ibérica ocuparon un lugar principal por su proximidad a su lugar de procedencia. Continuación de la historia:
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