El escándalo “Fast and furious”, por el cual se dieron 2.000 armas a los narcos mexicanos para seguir la pista de sus números de serie y así detener a delincuentes, puede ser la puntilla final para Obama. Con esas armas se han matado a policías de aduanas y de la DEA, lo que ha provocado una conmoción en Estados Unidos porque el fiscal general, Holder, y la jefa de seguridad nacional, Napolitano, han cometido perjurio al negar que supieran sobre el tema. La prensa "normal" no informa sobre este asunto que muchos consideran un nuevo Watergate.
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