Yo pertenezco a la generación que acudía a los ‘mandados’ cargado con una bolsa de tela (la ‘talega’ le llamábamos en mi casa) que contenía botellas de vidrio vacías. “¿Traes los cascos?”, era la pregunta del tabernero antes de realizar la venta de bebidas. Y es que hace apenas tres décadas las botellas eran en su mayoría retornables: las empresas distribuidoras de refrescos las recogían en los puntos de venta, las lavaban en fábrica y las rellenaban de nuevo. Todo un ejemplo de reutilización, esa tercera ‘R’ tan olvidada en el reciclaje.
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