Decidió vivir en un sitio especial. Para ello proyectó una vivienda enterrada a siete metros de profundidad en el jardín de su antigua casa. El edificio buscaba acercarse lo máximo posible al centro de la tierra, así que decidió llamarlo rascainfiernos. Como un rascacielos, pero al revés. La casa, construida en el tranquilo barrio de Chamartín en Madrid, no tiene ventanas. La única luz que llega a las estancias lo hace filtrada a través de cinco tragaluces situados por encima, cuatro en la zona del patio y uno en la escalera que conecta....
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