Aunque dentro de los locales hay hombres (en su mayoría) de todas edades, lo que más tiene en vilo a los vecinos es que los frecuenten jóvenes. Incluso, menores de edad, a quienes atraen con fórmulas sencillas como proporcionarles desayuno o merienda gratis. “Tienen un gancho muy descarado. Te invitan a entrar con una publicidad excesiva, exagerada. A beber, a comer canapés. Se les atrae muy fácilmente”, explica la vecina.
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