No tiene límite. Le da exactamente igual que se critiquen sus excesos, cometidos siempre con el dinero público, nunca con el que le generan sus doce cargos. La última, invitar a comer a los periodistas leoneses para aleccionarles sobre el nuevo curso político. La invitación, claro, con dinero de la Diputación y en un restaurante de máximo nivel de la avenida de la Condesa.
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