Un carnicero en la provincia central china de Hunan, especializado en la venta de carne de perro, falleció envenenado por un dardo disparado por error con una ballesta que utilizaba para sacrificar los canes. La víctima mostraba el uso de la ballesta a unos trabajadores cuando ésta se disparó y uno de los dardos se le clavó en la pierna. El hombre murió camino del hospital, mientras que cinco de sus colegas fueron detenidos, ya que al parecer sus operaciones de sacrificio masivo de perros (más de un millar) eran ilegales.
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