Tampoco es un secreto que Carmen Franco era una adicta al lujo. A la señora del Caudillo —apodada La Collares por su afición a los adornos de perlas— le fascinaban las alhajas, y circula el rumor de que era aficionada a hacer ‘simpas’, por lo que algunos joyeros le temían cada vez que la veían aparecer. “Es casi un mito que, cuando Carmen Polo salía de compras, los mejores joyeros de Madrid cerraban sus puertas porque 'se olvidaba' de pagar las facturas”.
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