A sus 58 años, Carmen Benito repite cada mañana un ritual. Se sienta en el ordenador de su casa y se imagina en el departamento de administración de una empresa ficticia. Les prepara nóminas, presupuestos... Es como una gimnasia diaria a base de excel y hojas de cálculo que practica para no sucumbir a la frustración de llevar cuatro años en el paro sin una sola entrevista de trabajo.
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