El arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, se ha convertido en uno de los más feroces azotes del Gobierno. El arzobispo inició un armonioso maridaje con el PP. Su forma de gobernar la archidiócesis es "la de un pequeño dictador", según refiere en la revista Alandar el sacerdote Juan Ramón Álvarez. También el obispo auxiliar emérito, Rafael Sanus, laminado por García-Gasco, le atribuye "una cierta mentalidad nacionalcatolicista". Según Álvarez, una vez en la cumbre ejerció "de monarca absoluto". "No quiere colaboradores sino ejecutores".
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