La pitón se escondió debajo del suelo de una casa y tuvo que ser sacada a la fuerza por expertos que debieron demoler el piso de cemento de la casa para capturarla. Mientras era transportada, la conmoción de la captura le generó al animal una especie de estrés o molestia que le hizo devolver la comida que había ingerido. La sorpresa para los transportadores fue mayúscula cuando observaron que la pitón estaba vomitando un enorme cocodrilo, que ya estaba muerto.
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