Todos conocemos el poder que la música ejerce sobre el ánimo del ser humano, todos tenemos esas canciones a las que recurrimos en ciertos momentos, canciones que, directa o indirectamente, hemos asociado a un sentimiento. ¿Qué pasaría si, por un cúmulo de situaciones, esa canción nos “invita” al suicidio? Sin hablar, por supuesto, de mensajes subliminales ni artimañas parecidas, solamente música.
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