Lo más grave del asunto es que no se trata de una manipulación partidista que trate de beneficiar al PP frente al PSOE (que tampoco es que justifique estas prácticas, pero parecen más normales), sino de la guerra interna entre zaplanistas y campistas que tiene partido en dos al PP valenciano. Cuando el escándalo perjudica a Camps, ni media palabra; cuando perjudica a Zaplana, despliegue nunca visto. Relacionada:
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