El Gobierno colonial británico promulgó docenas de leyes arbitrarias y opresivas (“Emergency Regulations”), extendiendo el terror por Kenia y provocando uno de los mayores y más desconocidos genocidios del siglo XX. Las medidas tomadas por los británicos incluían castigos, toques de queda, controles, confiscaciones de propiedades y tierras, censura, ilegalización de organizaciones políticas, detenciones sin juicio, imposición de nuevos impuestos y, finalmente, la creación de una vasta red de campos de concentración denominada Pipeline.
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