Reclamar el IBI, aparte de meternos en un berenjenal complicado, es quedarnos a medio camino de una reflexión necesaria que, precisamente para ser fieles al espíritu de Jesús, debería incluir: 1. Las relaciones del Estado con Iglesia católica deben ser las mismas con las que con las otras entidades privadas. No queremos privilegios de ninguna clase. 2. Esto supone la denuncia del Concordato de 1953 que consagró el nacionalcatolicismo y los Pactos de enero de 1979. 3. La neutralidad del Estado no supone relegar la religión al ámbito de lo privad
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