Llegas tarde a coger el autobús. Consultas tu reloj cada pocos pasos: todavía hay esperanzas de lograrlo. Pero después de doblar una esquina, ves que la acera por la que has estado corriendo toma una curva ridícula en lugar de ir directamente a la calle por la que debes ir. Entonces, ¿Qué haces? Tomar un atajo a través del césped.
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