Me pilló el encierro sin harina blanca y con una pila de avellanas producidas en un huerto que no es el mío. Vista la locura que suponen las compras en un pueblo como el mío en el que el pequeño comercio hace años que murió, decidí panificar con lo que tenía a mano y no comprar absolutamente nada hasta que se acabase esta situación irreal en la que vivimos. Ya tocará gastarse los dineros no gastados en levantar a nuestras tiendecitas, artistas y demás personas que, a diferencia de los que se están enriqueciendo ahora, forman parte del tejido...
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