En el ADN no hay una relación causa-efecto; las partes influyen en el todo y el todo en las partes. Su complejidad es fabulosa, y mantener frente a eso un reduccionismo ingenuo es absurdo; p. ej., cuando nos dicen que se ha descubierto el gen de la homosexualidad [...] "Nos enamoramos porque la dopamina sube" es una estupidez. Enamorarse es más complejo que un subidón de dopamina. Afirmarlo tiene consecuencias trágicas porque se asume, p. ej., que la depresión es una carencia de determinados neurotransmisores cuando eso es una mera hipótesis.
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