No hace falta tener dinero para saber que el capitalismo tiene fallos, del mismo modo que no es imprescindible ser una gallina para darse cuenta de que un huevo está podrido. Corregir los pésimos modales del llamado capitalismo salvaje va a costar una salvajada, pero que no se crea nadie que la crisis de Wall Street va a cambiar el orden financiero mundial: lo perpetuarán los supervivientes
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