1.106 días. Más de tres años. Es la duración máxima de las prácticas que le ofrecieron a Rosa, una camarera de pisos 'becaria' que encadena este tipo de contratos desde hace demasiado tiempo. “Estaba desesperada por trabajar. Me lo presentaron como una gran oportunidad para los jóvenes y no me lo pensé”. Rosa cobraba unos 530 euros al mes por dejarse literalmente la espalda arreglando las habitaciones de un concurrido hotel de Sevilla
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