Imagina que vas circulando por una calle de doble sentido y decides hacer una cambio de sentido por las bravas, en medio de la calle y saltándote la doble línea continua que separa ambos carriles. Alguien podría verte a través de una cámara de tráfico. O podría ser que nadie lo viera en ese momento. Hasta que una de esas cámaras de tráfico está conectada a un software que puede predecir qué es lo siguiente que harán —o que deberían hacer— los objetos y las personas observadas. Y detectar comportamientos ilícitos o anómalos.
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