Si pensamos en Roma y en comida, lo primero que se nos viene a la mente son las grandes orgías y banquetes, las mesas repletas de exquisitos y exóticos platos, sirvientes escanciando vino en las copas de los invitados y algunas bailarinas ligeras de ropa amenizando la velada. La verdad es que esta estampa era más bien una excepción y no muy bien vista por los contemporáneos romanos, como ya veremos.
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