Tras trabajar durante 36 horas seguidas y acabar con una luxación en el hombro y una pequeña lesión en la muñeca, Ramón T., el gamberro que durante décadas se ha dedicado a escribir «Lávalo guarro» en los parabrisas de los coches, se ha visto obligado a contratar personal por primera vez. «Es por la calima… no puedo más, he estado a punto de dejarlo».
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