Como si fuera un hechizo, el puente que Santiago Calatrava creó para Venecia se convertirá en piedra. Como si fuera una maldición lanzada por las más de 5.000 personas que han denunciado el puente por haberse caído por él durante los diez años que han pasado desde su discreta inauguración, partes de cristal se volverán opacas y la luz ya no las atravesará. Demasiadas caídas, demasiados golpes, demasiado dolor y, sobre todo, demasiadas indemnizaciones han convencido a la Junta Comunal de Venecia.
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