Es una obviedad que un cajero va a ser utilizado por un rango muy variado de personas. Los habrá “techies” como los que pasamos por Genbeta, pero también mi tía abuela, que es seguramente el único ordenador que usa y usará en su vida. Es lógico pensar que, por tanto, la interfaz del cajero debería ser lo más clara y simple posible. Pero la sensación es que el único avance significativo en los cajeros ha sido el devolver la tarjeta antes que el dinero, para que la gente no coja la pasta y se olvide la tarjeta.
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