El examen de las cuentas anuales de las dos principales cajas de ahorro fusionadas en 2011 para crear Bankia -Caja Madrid y Bancaja- revela un enorme volumen de activos deteriorados como consecuencia de los riesgos en sus inversiones crediticias. En concreto la entidad madrileña, gobernada por Rodrigo Rato, reflejó en sus balances unos "créditos a la clientela considerados como deteriorados por razón de su riesgo" que se elevaban a 7.085,7 millones de euros, frente a los 3.689,2 millones de la firma gobernada entonces por Jose Luis Olivas.
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