Efectivamente, uno de los principales problemas que han impedido el progreso de las economías europeas en los últimos años de crisis ha sido la fortaleza de su divisa. Países como el nuestro han perdido su competitividad y sólo ahora que, tras un año, la divisa única ha perdido un 30 por ciento de su valor, vemos que el sector exterior empieza a remontar tímidamente de su letargo. Tampoco le viene mal a Alemania para sus exportaciones, que se están viendo afectadas por la desaceleración mundial.
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