[...] Moratinos, cruce de osito Mimosín y abeja Maya, es un ejemplo perfecto, pues ha sido el responsable de Exteriores más claudicatorio y nefasto desde Gómez Labrador, aquel torpe con quien nos la endiñaron hasta las amígdalas en el congreso de Viena. Pero el otro día, cuando lo cesaron, oí decir a Moratinos que se iba «muy satisfecho» de su gestión. Y encima se puso a llorar. Con lagrimones. Se fue tal cual ejerció de ministro: claudicante y blandito. [...]
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