Es sobradamente conocido por nosotros que la esencia humana promueve la felicidad. Nuestra esencia está escondida, o mejor dicho, la hemos ahogado a lo largo de los años, pero a pesar de su agonía, aún sigue viva en nosotros. La inocencia de cuando éramos niños, la capacidad de asombro, la motivación por descubrir, la aptitud para el aprendizaje…, todo formaba parte de nuestra niñez, sin condicionamientos ni prejuicios. Éramos todo esencia, alma, naturaleza!
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