Eran las 9:05 de la mañana del lunes 10 de septiembre de 1984. Alec Jeffreys –después nombrado sir, una de las máximas distinciones a la que se puede aspirar en el Reino Unido– recuerda claramente el momento que cambió su vida. Al mismo tiempo que la suya cambiaría la de muchas otras personas alrededor del mundo. Se han cumplido 25 años del descubrimiento de la prueba de ADN, la que identifica la huella génica que hace a cada individuo un ejemplar único.
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