Cuando veo a un adulto esforzarse en hablar otro idioma me despierta admiración, máxime si es en público, porque sé que se pasa mal, que produce nervios y agobio y que hay que tener mucha voluntad y coraje para afrontar el "ridículo". Pero estos días tenemos, otra vez, que una personalidad política da un discurso (o algunas frases) en inglés y tenemos a medio país burlándose por el acento o la pronunciación. Sí, en este país donde todos dominan el inglés. Donde se pone a parir al que quiere superarse y se enfrenta al público en un idioma ajeno.
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