Creada siglos antes de las Cruzadas y dedicada inicialmente a asistir a los peregrinos que acudían a los Santos Lugares, después se sumaría a las otras en lo de tomar las armas para defenderlos. Pero lo más significativo de esta institución es que, como indica su nombre, cuidaba especialmente de los leprosos, con la particularidad inaudita de que incluso los admitía en sus filas. La lepra, aunque actualmente no está considerada especialmente contagiosa gracias a los tratamientos, producía antaño auténtico terror.
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