Buenas noticias para los góticos, las viudas y los curas: vestir de negro en verano es más refrescante que hacerlo de blanco, contradiciendo la sabiduría popular. Si bien es cierto que el blanco refleja la luz del sol –lo que explica que las casas de los pueblos del sur de Europa sean blancas-, cuando se trata de ropa también tiene un segundo efecto: devuelve al cuerpo el calor que éste genera. Si vestimos de blanco, nos asamos en nuestro propio jugo.
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