Al llegar a la casa de Bud Spencer,en Roma,encontramos en el portal a un chaval con su madre que,al ver que somos periodistas,nos ruega por favor que le pidamos permiso a su ídolo para entrar un momentito.Han venido desde Nápoles para intentar hacerse una foto con él.La portera nos comenta, que todavía hoy tiene cada día gente así.Al entrar en un elegante salón reconocemos al fondo la imponente figura de Bud Spencer,que a sus ochenta y cinco años sigue siendo un gigante bonachón.Ante él es inevitable sentirse otra vez un niño...
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