Bruselas ha puesto en guardia a la industria del automóvil y a los anunciantes. Igual que el tabaco advierte en la cajetilla de que fumar mata, se pretende que cada anuncio de automóviles resalte lo que contamina. La Comisión Europea pretende obligarles a reservar un espacio determinado -no menos del 20%- en cada anuncio publicitario para que informen al posible comprador sobre las emisiones de dióxido de carbono que genera cada modelo.
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