El entrelazamiento cuántico podría ser parte de la brújula que usan las aves para detectar el campo magnético de la Tierra. Los científicos encerraron a unos petirrojos en una sala de madera y aplicaron un campo magnético de 150 nanoteslas para que perturbaran los electrones captados por la proteína fotosensible criptocromo de sus retinas. Las aves volaron al azar desorientadas. El pequeño campo magnético actuó como estática. Rel.:
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