Hace unos años todo el mundo adoraba Brasil, era la darling de los mercados y la mayor economía de Latinoamérica, todos querían invertir en ella. Lo tenía todo, crecimiento económico espectacular, 200 millones de habitantes, bajo desempleo, el Real apreciándose, el tipo de interés (SELIC) bajando, inflación (IPCA) controlada, superávit comercial y fiscal, estabilidad política, el IBOVESPA surcando los cielos, Mundial de Fútbol y Olimpiadas. Nada podía torcerse.
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