Ingresar en el grupo de las siete economías más exclusivas del mundo, el G-7, está resultando un sueño imposible para España. Pese a los intentos del Gobierno por entrar en tan privilegiado clan, la economía nacional no ha dejado de sufrir durante la crisis: tras llegar al séptimo puesto en el ránking mundial en 2007 –según el Banco de España–, bajó al octavo lugar de la clasificación durante los primeros coletazos de la crisis.
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