En la segunda mitad del siglo XX, Almería vivió su particular edad de oro cinematográfica albergando, entre sus montañas y el desierto de Tabernas, algunas de las mejores películas del lejano oeste. Caballos Salvajes, Lawrence de Arabia o El bueno, el feo y el malo son algunos títulos ilustres. Hoy la mayoría de las localizaciones no son más que polvo, amasijos de hierros y paredes que se caen carcomidas. La provincia ve como poco a poco se desvanencen los recuerdos de una época dorada que la colocó en el mapa internacional del cine.
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