Hace unos días supimos que en julio toca Dylan en Bilbao. Y no pasó gran cosa. «Hombre, Dylan», pensamos. Como si Dylan no fuese Dylan sino un antiguo componente de Oskorri. O como si Bilbao no fuese Bilbao, sino Nueva York o Los Ángeles, uno de esos sitios en los que salir a la calle debe de ser una tortura, al encontrarse la vía pública intransitable de famosos, leyendas y estrellas internacionales.
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