Apenas un 6% del mix energético europeo depende de esa fuente de aprovisionamiento. Por el contrario, el 53% de las exportaciones de gas ruso tienen como destino distintos estados de la Eurozona y adyacentes, con un valor anual estimado en 17.000 millones de euros. Romper esa cadena de suministro no sólo causaría un importante roto a las precarias finanzas del Kremlin, sino que aceleraría a corto plazo el proceso de sustitución del gas ruso por el procedente de otras regiones y las inversiones en energías renovables.
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