Hasta ahora, los avances en tecnología reproductiva se han aprovechado para hacer realidad los deseos de descendencia de una pareja estéril. Pero ahora, los conocimientos genéticos han abierto una nueva oportunidad de negocio –el del bebé perfecto (de esos que dan ganas de apretujar)–, que aprovecha la ventaja de que esos conocimientos van mucho más deprisa que la leyes.
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