Tras disparar púas envenenadas para paralizar a su presa, un grupo especial de células de la Hydra vulgaris se separan para mostrar una boca con la que chupa a su víctima. Una vez digerida, mantiene la boca abierta para escupir cualquier material sobrante y la vuelve a sellar con una capa de tejido. Hasta ahora el mecanismo no se había observado con precisión pero por primera vez los científicos han obtenido imágenes que revelan que sus células se deforman para abrir una boca que a veces llega a ser más ancha que su propio cuerpo.
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