Sin ninguna prestación por desempleo, a Ernesto José Lérida ya no le queda ni para poner gasolina a su coche para continuar buscando talleres en los que encontrar trabajo como soldador. Tras tres años parado, el único ingreso del que dispone es la pensión de viudedad que recibe su madre, "unos 500 euros". Su bicicleta era lo único que tenía este vecino del Cabanyal para moverse por los polígonos industriales de la ciudad.
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