Obra maestra del interiorismo decimonónico, fue materializado en hierro dulce por Bernardo Asins, tal vez el mejor herrero de su tiempo y un personaje clave para entender la arquitectura y las artes decorativas de la segunda mitad del siglo XIX. Puede sorprender la elección de este material, pero, en aquel momento, se entendía que era el mejor medio en la lucha contra el fuego. En la memoria de todos estaba el pavoroso incendio que, en 1851, se llevó por delante casi dos tercios de los fondos de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
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