La primera vez que leí algo de Russell fue la reflexión del inicio de sus Memorias, en el que sintetiza las tres razones por las que vivió. Desde ese momento, me di cuenta de que no era un humanista al uso, sino que, su obra era lo suficientemente original como para ser una fuente continua de inspiración. En concreto, La conquista de la felicidad actúa para mí como un refugio y siempre vuelvo a él cuando necesito un consejo.
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