¿Todavía es posible oír a un alto cargo de la Iglesia resucitando el viejo mito del homosexual depravado y sodomita envilecido por Satán? Este nuevo insulto, repugnante, injustificado y arbitrario, tan en la línea de la homofóbica historia de la iglesia católica, no sirve más que para añadir un nuevo nivel en la escalada de vergüenza de la santa institución. ¿De verdad es necesario repetirlo? La enfermedad, la desviación, lo intolerable no reside en el libre ejercicio del amor y la sexualidad consentidos entre seres humanos adultos.
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