En primer lugar, si se tiene en cuenta todo el ciclo de producción y funcionamiento del vehículo, es evidente que el coche eléctrico no es, en absoluto, un vehículo de cero emisiones, por mucho que se insista en afirmar lo contrario. Esto se debe a la sobreexplotación minera necesaria para la producción de las baterías, así como a la combinación energética disponible en las tomas de corrientes usadas para abastecer a los coches, compuesta solo en un 37% por energía renovable.
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