Agosto de 1954, Furtwängler condujo por vez nonagésimo sexta y ultima la Novena Sinfonía de Beethoven. Fue entrevistado ese día en relación a la obra "beethoveniana". El interlocutor preguntó a Furtwängler qué significaba para él la novena sinfonía después de tantos años de estudio e interpretaciones. Su respuesta sigue siendo hoy en día una reveladora síntesis de su pensamiento más profundo e íntimo.
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